martes, 24 de noviembre de 2009

Falta de deseos sexuales (2da. Etapa)

En la primera parte de este articulo hablábamos sobre la falta de deseo en la mujer ahora trataremos como nos afecta.

¿Afecta la inhibición del deseo sexual de igual manera al hombre y a la mujer?
Los estudios realizados hasta el momento indican que el bloqueo sexual es más habitual en la mujer que en el hombre.

Valores y educación distintos, junto con expectativas diferentes de lo que se espera de la persona en función de su género, condicionan y llevan a la mujer a mezclar el amor romántico con el placer, a mantener un papel pasivo en las relaciones y a ser ella objeto de deseo pero no desear.

Una vez asumida la realidad de este desequilibrio, numerosos estudios acuerdan pautas necesarias para mejorar la vida sexual de la mujer, muchas veces recelosa de admitir el problema o incluso desmotivada para demandar un cambio.

En el hombre también se observan dificultades de deseo sexual, pero en general son más transitorios y relacionados con momento vitales que favorezcan la aparición de alguno de los factores a los que anteriormente hacíamos alusión.

Los que encontramos con mayor frecuencia serían los que tienen que ver con el estrés, el cansancio, la enfermedad, el enfado, la ansiedad y en especial el miedo a fallar o a no dar la talla.

Para lograr terminar con la inhibición del deseo sexual hay que procurarse a uno mismo y a una misma:

Un buen conocimiento personal, tanto a nivel corporal como cognitivo-emocional.
Una actitud positiva, saludable y abierta sobre la sexualidad y el placer.

Un buen entrenamiento corporal que mantenga el erotismo a través de la caricia.

Cuidar la salud, la dieta, en definitiva el cuerpo es un buen síntoma de que la persona se quiere, y quiere gozar.

Una apuesta por la ilusión, la pasión y la fantasía.

¿La falta de deseo tiene cura?

El deseo sexual como experiencia subjetiva puede ser educado y potenciado, de ahí que su inhibición pueda ser tratada, trabajada y superada. Tanto el hombre como la mujer están preparados por la naturaleza para desear y buscar el placer.

Hacerlo de manera satisfactoria, desde el respeto a uno mismo y a los demás, con honestidad a las propias creencias y a las ajenas es una facultad del ser humano que vive en libertad.

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