Por: Nayadira Agramonte
Periodista
Hoy
8 de marzo en casi todo el mundo se conmemora el día internacional de la mujer.
Celebración que inició para reconocer el esfuerzo de mujeres que
rompieron el esquema de la sumisión y el machismo que colocaba en el papel de casi
nada a mis congéneres.
Muchas
actividades y reconocimientos. Los medios de comunicación inundados de
felicitaciones y las redes sociales muestran en varios perfiles las homenajeadas
por organizaciones laborales, sindicales, políticas, gubernamentales y sociales durante esta festividad.
¡Hipocresía festiva! Mientras se nos festeja las grandes organizaciones laborales nos cancelan porque parimos. Sino ve hoy y observa los malls. ¿Cuántas cajeras tienen? Pocas o ningunas, cambiaron su personal ¿Cuántas de nosotras están en los puestos de decisión? ¿De poder? Mientras sigue la celebración…
Somos
más en las universidades. Somos más las profesionales, pero todavía somos las
que limpiamos, planchamos, cocinamos y todo lo que se hace en casa.
¡Seguimos
la celebración! Ya no somos libres, ahora somos extensión del macho que se cree
el dueño hasta de nuestras vidas y si le parece nos la quita.
Lo
peor es que en esta hipocresía festiva muchas son parte consciente o inconsciente
de repetir esquemas superados, de retroceder en la educación del macho y de no
creer en que podemos hacer lo necesario, no para superar al varón, sino para
competir en igualdad de condiciones sin la pesada carga social de que somos “mujeres”.
Aún
se nos ataca por lo sexual, lo intimo… cuando no tienen que decir a nivel de
capacidad o profesionalismo ese es el tema para descalificarnos.
¿Debemos celebrar? Si, pero no permitir la hipocresía. Ahora más que en ningún tiempo debemos ser valientes y atrevernos hasta rechazar un reconociminento inmerecido que en estos dias sobreabundan.