Por: Nayadira Agramonte
Periodista
¡Qué gorda estás, no sigas engordando! ¡Hasta ahí está bien! ¡Estás muy gorda, deja de comer arroz y ponte a hacer dieta o ejercicio! ¡Ponte a rebajar! ¡A LA MIERDA!Mis libras no me pesan. Me siento agradecida, pues pasé más años de vida siendo un esqueleto con ciertas curvas. Mis huesos, si mis huesos, esos que caminaban cargando con mis órganos y mi hermosa, sedosa y limpia piel, que aún mantengo, me hacían lucir en momentos desgarbada, aunque también esbelta, con ellos gané la corona de Reina Santa Ana 1996.
De aquella época recuerdo mis omóplatos en pleno arco, en toda la parte alta de mi espalda, saliendo puntiagudos; por los que un amigo me sostenía y me decía: «Solo te faltan las plumas para que sean alas». Jajaja. Aquella ocurrencia me hacía tanta gracia.
Pero ahora vivo mi otro yo. Una mujer voluptuosa, llena de curvas imperfectas, con mi cara de luna llena, con mis piernas torneadas en perfección y que provocan todo tipo de reacciones entre ellos y ellas al mirarlas.
Con mis libras de más... tengo trasero. Con mi grasita tengo unos senos provocadores, exóticos y que me cuesta cubrir. "Mis dos grandes razones que saltan a la vista".
Alguien me mandó a rebajar y recuerdo haberle dicho: «¿Pero primero pregúntame si así lo deseo?». Me pidió disculpas; procedió inmediatamente a cuestionar mi peso. Le respondí: «¡Me siento bien así!». —«¿Y por qué?» fue su reacción y mi respuesta no pudo esperarla: Cuando estaba delgada me decían “mamacita”; ahora me dicen “mamasotaaaaaa”.
Nuestra sociedad actúa por estereotipos. Ahora vivimos la cultura del físico. Se paga por entrenadores personales, nutricionistas que desarrollan planes y rutinas específicas para nuestro tipo de cuerpo, circunstancias y situaciones.
Costosas dietas alimenticias y un afán desmedido por el “mírenme, estoy shape (en forma)”: fotitos con la ropa del gym, en el gym, con el entrenador, la dieta y el progreso exitoso de un nuevo cuerpo hot.
Y no, no estoy en contra de la salud; al contrario. Felicito a los que han tomado el gimnasio para desarrollarse físicamente, para mejorar su salud y para controlar la obesidad.
Me río con aquellos que me dicen gorda. Aquellos y aquellas que me miran y se limitan a mis libras y no ven debajo de esa grasita a la mujer que está y que se manifiesta por la vida, delgada o gorda.
Con mis libras me siento segura. Soy la misma mujer que siempre he sido y que un día de estos, por salud, me uniré a los que corren, hacen ejercicios o realizan algun deporte, pero no actuaré por la presión social, sino por mi decisión y comprobaré si es verdad que existe la memoria muscular.
Si bien es cierto que, en determinadas circunstancias, he deseado tener menos libras, no es menos cierto que cada libra me recuerda mis tres embarazos, mis dos hijas, mis cesáreas, mi extirpación de tiroides, mis años vividos, mis experiencias y porque no, lo que he disfrutando al comer.
Así que, si estoy feliz en el cuerpo que sea!, pues el peso no determinará nunca quién soy.
Gracias por leerme, les abrazo con todas mis libras.





