domingo, 21 de diciembre de 2025

Reencuentro de Las Chicas del Can. Una noche para celebran la música creada por mujeres


Por: Nayadira Agramonte

Periodista

 


La Gran Arena del Cibao vibró nueva vez con luces danzantes, llamaradas que elevaron la euforia a ritmo de “Fuego, fuego…fuego, fuego” y un público multigeneracional que llenó cada rincón del emblemático espacio, con el esperado concierto del Reencuentro de Las Chicas del Can se convirtió en una celebración del merengue, la nostalgia y la sororidad.

 

Las Chicas del Can, agrupación pionera del merengue en ser integrada exclusivamente por mujeres, volvió a subir al escenario para entregar una puesta en escena que recordó por qué marcó un antes y un después en la música dominicana. Lo hizo acompañada de tres generaciones musicales, todas reunidas en una misma noche para honrar un legado que continúa vivo.

 

El espectáculo arrancó con la energía de DJ Mariposa que, con sus alas y audífonos, desde sus platos y su mesa de mezcla elevó el ánimo del público con un set que mezcló ritmo clásicos y modernos, y gritos sonoros que rendían homenajeada a las Chicas del Can y la alegría que caracterizó su música. Las bailarinas con sus movimientos pusieron a bailar a todos al ritmo de la afamada DJ, dando inicio a una noche donde la estética, el brillo, la música, la femineidad y la emoción envolvieron a todos.

 



Cuando las Chicas del Can hicieron su entrada, la arena estalló en aplausos. Cada uno de sus éxitos era recibido con gritos, palmas y cuerpos que bailaron a solas y en pareja. Abuelos, madres, hijos y nietos cantaban a coro, demostrando que esas canciones no pertenecen solo a una época, sino a varias generaciones de dominicanas y dominicanos.

 


Las Espectaculares Chicas del Can, abrieron el show que ganó el Soberano como Espectáculo del año en el 2025, con su gracia y talento Jameli Martínez, Mabel Peguero y Luisanna Grullón, lideradas por Tueska, ideóloga de este Reencuentro conquistaron al público con su energía, dejando el escenario encendido para las Monumentales chicas del Can, integradas por Florangel Espinal, Michelle Flores y Grissel Báez.

 


La noche también tuvo un brillo especial cuando Jameli Martínez, la poderosa voz francomacorisana, con una interpretación llena de fuerza, sentimiento y dominio escénico. Jameli desató el orgullo de su ciudad natal, que vibra cada vez que la escucha gritar su ya emblemático: “¡Gózalo, San Francisco!”. Su presencia llenó la arena de una energía contagiosa, de una artista auténtica, intensa y dueña de una voz que estremece.

 

Con la canción “Sin él” Tueska, Adalgisa Pantaleón y Didi Hernández
dentro de la alegría de la noche, homenajearon a Las Chicas del Can que ya no están, las que partieron al cielo e hicieron recordar a cada una de ellas. Al espectáculo también se le unió la interprete venezolana Liz, para cantar junto a Tueska.

 


Un momento emotivo fue la presentación de “Las Niñas Divinas”, un grupo formado por tres hermanas de 16, 15 y 13 años, quienes interpretaron con sus voces acompañadas del acordeón, la tambora y güira música típica que celebró la dominicanidad y las raíces del Cibao.

 


Al momento de presentarse las Pioneras Chicas del Can, Belkys Concepción y Teresa Domínguez (Juana La Cubana), de entre el público, una escena captó la atención: una fanática levantaba orgullosamente dos carátulas de vinilos de los años dorados de Las Chicas del Can. Con rapidez, la fan se abrió paso entre los presentes para acercar a Belkis Concepción su colección musical.

 

Uno de los momentos más electrizantes de la noche llegó con la aparición de Juana la Cubana, la mítica güirera cuya energía ha trascendido generaciones. Con su inseparable güira en mano, inició un juego rítmico que hizo vibrar la tarima y contagió a todos con sus movimientos cadenciosos, precisos y llenos de carácter. Mientras sonaban los acordes de la canción dedicada a ella, convertida en un éxito que marcó una era, Juana avanzó al frente del escenario entre ovaciones. La audiencia se puso de pie de inmediato, coreando cada estrofa y celebrando a la mujer que, con su estilo único y su presencia magnética, se convirtió en símbolo indiscutible del merengue femenino.

 




Con el público de pies, las luces encendidas y las últimas llamaradas elevándose desde los extremos del escenario, la agrupación se preparó, para cerrar el despliegue de sus grandes éxitos. En un gesto cargado de emoción, las diferentes generaciones participantes subieron juntas a la tarima y cantaron en un ambiente de complicidad, respeto mutuo y celebración femenina un popurrí navideño, entre confeti de colores y la algarabía del público.

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