Con la llegada del mes de agosto, los padres iniciamos el viacrucis de preparar nuestros hijos para el próximo año escolar. Los bolsillos, apaleados y sin defensa, tienen que aguantar todavía el gasto extraordinario de libros, uniformes y materiales imprescindibles para iniciar la escuela.
Pero nuestra responsabilidad como padres es aún mayor; de nada vale la inversión en pesos y mochilas, si no enviamos a nuestros hijos correctamente desayunados para iniciar la jornada.
Muchos pararán en este punto y dirán que no tienen tiempo. Que la mañana no da para más! Que con los tapones y las distancias casa/colegio/trabajo, el desayuno puede sacrificarse porque los muchachos "compensan" con la merienda hasta el medio día. Craso error!
El desayuno es imprescindible.
Diversos estudios han demostrado que el rendimiento intelectual y físico de los niños está directamente relacionado con esta primera comida del día. Y aunque las necesidades nutricionales cambian a lo largo de la vida, las personas que desayunan disfrutan de una serie de ventajas:
• Mantienen en general una dieta más sana y alcanzan niveles de nutrientes recomendados. El desayuno es una comida que provee de nutrientes esenciales y que difícilmente pueden compensarse con otras comidas. En el caso de los niños en edad escolar, un desayuno equilibrado debe contener lácteos que aportan proteínas y minerales de alto valor biológico (leche, queso, yogurt); cereales, por ser un vehículo energético por excelencia; aportan hidratos de carbono y contribuyen a la presencia de la glucosa que es el combustible del cuerpo y, por supuesto, frutas, que satisfacen necesidades de líquido, vitaminas y nutrientes esenciales que deben ser incorporados diariamente al organismo.
• Mejoran el rendimiento cognitivo: los niños que desayunan muestran mejores y mayores niveles de concentración y resolución de problemas comparados con los que no desayunan.
• Desarrollan mejores hábitos alimenticios: el desayuno es una buena ocasión de interacción y la mejor manera de desarrollar hábitos. También ayuda a reducir el antojo de comer fuera de horas, consumir comidas chatarras o de forma inconsistente.
• Mantienen el peso: El desayuno tiene un rol fundamental a la hora de mantener el peso y, en consecuencia, los que desayunamos somos menos propensos al sobrepeso y la obesidad. La respuesta está en el punto anterior. Cuando desayunamos aguantamos con una ligera merienda hasta la próxima comida importante del día sin sentirnos tentados a darnos "atracones", hartarnos de porquerías o llegar con tanta hambre al almuerzo que comemos el doble de lo que realmente queríamos o necesitábamos.
Saque el tiempo:
Preparar el desayuno de sus hijos no es complicado y requiere una planeación mínima. Sugiero que se siente cinco minutos para que redacte un menú cíclico, sencillo de preparar y suculento en contenido.
Unos sándwiches con batidas o jugos de frutas; cereales diversos (de preferencia integrales y fortificados); leche baja en grasa. Tostadas con huevos, pancakes con miel; maicenas, harinas y avenas… Ninguna de las opciones anteriores le toma más de 15 minutos de preparación y sí muchas satisfacciones.
Si quiere ver buenas notas, muchachos despiertos y con ganas de aprender, coloque el desayuno en su lista de prioridades. No se va a arrepentir.
Por Himilce Tejada, Publicado en diariolibre.com
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Diversos estudios han demostrado que el rendimiento intelectual y físico de los niños está directamente relacionado con esta primera comida del día. Y aunque las necesidades nutricionales cambian a lo largo de la vida, las personas que desayunan disfrutan de una serie de ventajas:
• Mantienen en general una dieta más sana y alcanzan niveles de nutrientes recomendados. El desayuno es una comida que provee de nutrientes esenciales y que difícilmente pueden compensarse con otras comidas. En el caso de los niños en edad escolar, un desayuno equilibrado debe contener lácteos que aportan proteínas y minerales de alto valor biológico (leche, queso, yogurt); cereales, por ser un vehículo energético por excelencia; aportan hidratos de carbono y contribuyen a la presencia de la glucosa que es el combustible del cuerpo y, por supuesto, frutas, que satisfacen necesidades de líquido, vitaminas y nutrientes esenciales que deben ser incorporados diariamente al organismo.
• Mejoran el rendimiento cognitivo: los niños que desayunan muestran mejores y mayores niveles de concentración y resolución de problemas comparados con los que no desayunan.
• Desarrollan mejores hábitos alimenticios: el desayuno es una buena ocasión de interacción y la mejor manera de desarrollar hábitos. También ayuda a reducir el antojo de comer fuera de horas, consumir comidas chatarras o de forma inconsistente.
• Mantienen el peso: El desayuno tiene un rol fundamental a la hora de mantener el peso y, en consecuencia, los que desayunamos somos menos propensos al sobrepeso y la obesidad. La respuesta está en el punto anterior. Cuando desayunamos aguantamos con una ligera merienda hasta la próxima comida importante del día sin sentirnos tentados a darnos "atracones", hartarnos de porquerías o llegar con tanta hambre al almuerzo que comemos el doble de lo que realmente queríamos o necesitábamos.
Saque el tiempo:
Preparar el desayuno de sus hijos no es complicado y requiere una planeación mínima. Sugiero que se siente cinco minutos para que redacte un menú cíclico, sencillo de preparar y suculento en contenido.
Unos sándwiches con batidas o jugos de frutas; cereales diversos (de preferencia integrales y fortificados); leche baja en grasa. Tostadas con huevos, pancakes con miel; maicenas, harinas y avenas… Ninguna de las opciones anteriores le toma más de 15 minutos de preparación y sí muchas satisfacciones.
Si quiere ver buenas notas, muchachos despiertos y con ganas de aprender, coloque el desayuno en su lista de prioridades. No se va a arrepentir.
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